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Reflexión docente

  • Foto del escritor: Pablo Partida Gómez
    Pablo Partida Gómez
  • 7 jun 2021
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 13 jun 2023


Reflexión docente


A lo largo del ciclo escolar agosto 2020-2021 han sucedido acontecimientos y escenarios difíciles de poder imaginar. Lo que parecía ser un año escolar más, se tornó en un cambio de paradigma. La irrupción de la pandemia del covid 19 cambió las reglas del juego en la dinámica social y en el entorno educativo en todo el mundo. De tal forma que el uso de la tecnología en el ámbito educacional se hizo imprescindible y la necesidad de estar mejor preparado y capacitado se constituyó en un imperativo para todo docente. Nadie estaba preparado para un cambio tan radical. A esto hay que agregarle los tiempos de incertidumbre que se vivieron con respeto a la pandemia y a la terrible pérdida de vidas, muchas de ella amigos y conocidos que fueron muy apreciados por la Universidad de Montemorelos debido a su gran aportación al campo educativo.

Este ciclo escolar fue para mí un año de constantes cambios. En primer lugar, por la gran oportunidad que me dio la Universidad de Montemorelos de prepararme mejor a través de un nuevo programa doctoral en el área del Nuevo Testamento (PhD) que abrió el SETAI. Esto trajo como consecuencia un cambio de orientación a mi ministerio educativo, sobre todo, en el campo de la investigación. Debido a este cambió de especialidad, actualmente me estoy enfocando a los idiomas bíblicos (griego y hebreo) y a la investigación exegética, bíblica y documental. Esto significó asesorar a estudiantes que hacen investigaciones de corte bíblico exegético y documental. Este cambio para mí fue muy motivante, pues el área bíblica es una de las cosas que más me apasionan en la vida.

En segundo lugar, tuve el desafío de dar mis clases en forma sincrónicas mediante las aulas virtuales de Zoom. Aprender a utilizar esta herramienta y sacarle el máximo provecho fue un gran desafío y una oportunidad de aprendizaje. Por momentos la interacción con los alumnos no fue fácil, pero con un poco de paciencia y gracias a la retroalimentación con mis alumnos emergieron ideas creativas a fin de hacer de esta experiencia un medio de enseñanza y aprendizaje.

En tercer lugar, hubo un cambio en la forma de discipular a mis alumnos. Mediante llamadas telefónicas y entrevistas personalizadas vía Zoom pude atender sus dudas, escuchar sus problemas y brindarles consejo y orientación cuando se requería. Desde mi perspectiva, el alumno no resiente la diferencia; lo que ellos buscan es ser escuchados, motivados y aconsejados. El solo hecho de mostrar interés por sus necesidades y de interactuar por teléfono fue y es un gran incentivo para ellos, sobre todo en estos tiempos tan críticos que nos ha tocado vivir.

Debido a todos estos cambios, no tengo la menor duda que como maestro-pastor tengo muchas cosas por las que debo mejorar, sobre todo en el uso de las nuevas tecnologías y en la implementación de métodos pedagógicos vinculados a las nuevas tecnologías para captar la atención y cultivar el aprendizaje a una nueva generación inmersa en la misma y cuya mente está cada vez más dispersa debido al fenómeno de las multitareas; un problema que desde mi perspectiva es muy serio, sobre todo al momento de fomentar el aprendizaje, ya que el alumno intenta hacer varias cosas a la vez mientras escucha la clase, sin embargo, el fenómeno de las multitareas en mi experiencia como docente afectan la calidad de sus trabajos y actividades, especialmente aquellas actividades que demanda alta concentración, por ejemplo, en la lectura crítica, la investigación y especialmente al momento de expresar sus pensamientos mediante el proceso de redacción. Ciertamente tiene razón Jíménez y Farré cuando declaran que las nuevas tecnologías son herramientas con las cuales debemos aprender a convivir con ellas. Una tecnología es tan neutral como la energía nuclear, un avión o un cuchillo, la principal diferencia esté en si se usarán para el bien y el mal.[1] Por lo tanto, es imperativo educar a nuestros alumnos con respecto al buen uso de ellas.

Al hacer un nuevo balance de mi desempeño en este ciclo escolar, considero que este año de fue de gran aprendizaje a nuevos escenarios que jamás pensé vivir. Además, me permitió entender que una de las funciones más importante de un docente es estar continuamente actualizado para los nuevos entornos que se presentarán en un mundo de constantes cambio en ámbito educacional. Por otro lado, también me confirmó que la tutoría con los alumnos es una función irremplazable y necesaria, independientemente de que estén inmersos en el mundo tecnológico.

Por todo esto, puedo concluir que mi mayor desafío para los próximos años será ser un docente que desarrolle de forma equilibrada mis roles de profesor, líder espiritual, tutor e investigador. No obstante, los primeros pasos se están dando y con la dirección Divina seguiré avanzando. Mi meta es poder llegar a decirle a mis alumnos como el apóstol Pablo: Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo (1 Corintios 11: 1).



[1] Jímenez-Murcia, Susana y Farre, J.M.Cibernautas, ¿cautivos o libres? (España: ediciones siglanta, 2018), 14.

 
 
 

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