Mi filosofía de enseñanza 2023
- Pablo Partida Gómez
- 25 jun 2021
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 13 jun 2023

Desde mi perspectiva como pastor y docente, el propósito de la educación adventista no consiste solo en que el alumno obtenga conocimientos teóricos y desarrolle las habilidades o destrezas esenciales para aplicar esos conceptos a la resolución de problemas. La educación adventista abarca «más que una preparación para la vida actual. Abarca todo el ser y toda la vida del ser humano».1 Por esta razón considero que el propósito de la educación adventista es el «desarrollo armonioso de las facultades físicas, mentales y espirituales, prepara al estudiante para el gozo de servir en este mundo, y para un gozo superior proporcionado por un servicio más amplio y venidero».2
En otras palabras, la verdadera educación consiste en el «conocimiento del Altísimo» (Proverbios 9:10). Lamentablemente con la irrupción del pecado en el mundo (Génesis 3), la armonía que predominaba entre el ser humano y el Creador se perdió, a partir de ese trágico acontecimiento, el hombre desarrollo «una inclinación al mal, una simpatía por el pecado y una aversión al bien».3 Gracias a la iniciativa salvífica de Dios en la persona de Jesucristo y a la intervención del Espíritu Santo mediante de su Palabra escrita, la mente del hombre puede ser renovada y transformada (Romanos 12: 1-3).
El proceso educativo desde la cosmovisión cristiana contempla «la actividad del Espíritu Santo en su plan de restaurar al hombre a imagen de Dios en la humanidad caída, y en su obra de llamar a una comunidad de cristianos, la iglesia».4 Por lo tanto, el proceso educativo, no inicia con un cambio de conducta, ni con el desarrollo de sus competencias y habilidades académicas, sino con el plan de redención aplicado a la vida de cada estudiante; la obtención de la vida eterna mediante comunión y el conocimiento de Dios se constituye en el objetivo principal de toda genuina educación cristiana. En medio de esta desafiante tarea, es imperativo que tanto docentes como estudiantes entendamos que la historia de la salvación humana es parte un inmenso y complejo drama cósmico que el apóstol Pablo describe como el «Misterio de la piedad» (1 Timoteo 3: 16).5 y en el cual, todos estamos inmersos.
Dentro de este contexto, el papel del maestro es ser un agente de salvación que acompaña al alumno en esta experiencia transformativa, que comienza aquí en la tierra y culmina en el mundo venidero. Mi objetivo como docente es preparar alumnos para desarrollen una relación saludable con Dios, entrenarlos para pensar y no solo memorizar información, que sean capaces de absorber todos lo elementos positivos de nuestra cultura y desechar aquellos que son hostiles e incompatibles a la cosmovisión cristiana. Por lo tanto, en mi didáctica que desarrollo en clase con los alumnos implemento siete puntos importantes:
1. Enfatizo conceptos más que palabras. Trato de explicar con palabras sencillas, imágenes e ilustraciones conceptos abstractos. Enseño y clarifico el significado de aquello que no se entiende. Mi meta es que comprendan, no que memoricen. Les imparto trabajos para desarrollen la habilidad de pensar, crear e innovar. Fomento el que estudien por su cuenta y en clase trato de clarificar todas sus dudas a lo que no entendieron mediante ejemplos concretos y fáciles de entender.
2. Realizo preguntas y proporciono menos respuestas. Para mí, es muy importante escuchar a los estudiantes, para alcanzar este objetivo, trato de desafiarlos con preguntas en base a la materia que estamos estudiando. Me interesa fomentar debates, arrinconarlos con preguntas que sacudan sus ideas. Trato de impulsarlos a que manifiesten sus pensamientos e ideas y aprendan a debatir con argumentos sólidos, siempre en un clima de tolerancia y respeto. Mi objetivo es que salgan con más preguntas que respuestas y de esta manera los desafío a investigar más.
3. Planteo problemas y analizo casos en vez de dar soluciones. Al plantear problemas genero una tensión con el fin de fortalecer el pensamiento. Obligo al estudiante a utilizar sus conocimientos para resolver problemas con los que va a lidiar en la vida real. De esta manera puedo detectar errores de procedimiento y corrijo.
4. Proporciono ejemplos de la vida en vez de ideales imposibles de alcanzar. Utilizo realidades contemporáneas y las relaciono con verdades de la palabra de Dios. Estas puedes ser ilustraciones, historias, imágenes, videos o medios digitales.
5. Realizo prácticas y ejercicios en el salón en lugar de fomentar la pasividad del estudiante. Para alcanzar este objetivo Implemento talleres, mesas de trabajo, dinámicas o trabajos en equipo con el fin de realizar una tarea. De esta manera mi papel es de supervisar, conducir y orientar mientras ellos trabajan en los respectivos ejercicios asignados.
6. Fomento la lectura y la escritura en lugar de fomentar la improductividad académica.Independientemente de la materia que imparta, me interesa que los alumnos cultiven la lectura, la reflexión y la escritura. Por tanto, dentro de las tareas asignadas desarrollo actividades prácticas dentro del aula con el fin de despertar en los alumnos el deseo de desarrollar esas habilidades.
7. Cultivo la relación en vez de la imposición. Trato de seguir el modelo de discipulado implementado por Jesús (Mateo 16: 13-15). Por esta razón, fomento las relaciones amistosas, los convivios, los juegos, las charlas y entrevistas personales. La amistad gana su corazón y facilita el aprendizaje. Al mismo tiempo creo un marco de respeto y la disciplina se facilita porque no fomento la rebeldía sino el diálogo y la negociación.
8. Tomo la iniciativa para tener tiempo de consejería y tutoría al cualquier alumno que lo solicite. Sea que el alumno lo solicite o no, trato de dar siempre un tiempo para entrevistas, sea de forma directa, mediante llamadas telefónicas o entrevistas mediante el Zoom. Para mí, los alumnos son más que simple receptores de la información que imparto. son personas que tienen problemas y requieren de orientación en todo momento.
Conclusión
Ante tales desafíos que como docente enfrento cada día, es mi deseo y mi propósito en la vida aprender a desarrollar una relación personal salvífica con Jesucristo y al mismo tiempo cultivar un conocimiento cabal de las materias que imparto mediante una preparación académica de excelencia. Mi meta como maestro es llegar a un punto en el que pueda decir a los alumnos «Sed imitadores míos, así como yo lo soy de Cristo» (1 Corintios 11.1, RVR95).
1 Elena White, Educación, (Cuidad de México; Agencia de Publicaciones, México Central, A.C., 2017),13.
2 Ibíd.
3 Geerhardus Vos, Soteriología, vol. 4, Teología Sistemática Dogmática Reformada (Bellingham, WA: Editorial Tesoro Bíblico; Lexham Press, 2018).Edición digital.
4 George Knight, Educación para la eternidad, (Cuidad de México; Agencia de Publicaciones, México Central, A.C.,2017),15-17.
5Matin F. Hanna, Dariusw. Jankiewicz, John W. Reeve. Contoutours of Adventist Soteriology, (Barrien Springs, Michigan: Andrews University Press, 2018),3.
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